Ir al contenido Saltar a la barra lateral Saltar al pie

Optofarmacología

Los fotorreceptores (bastones y conos) son células altamente especializadas que se encuentran en la retina; son capaces de percibir la luz que entra en los ojos y responder al estímulo luminoso generando un impulso nervioso que se transmite a las células nerviosas de la retina interna, al nervio óptico y finalmente a la corteza cerebral, permitiéndonos ver el mundo a nuestro alrededor tan bien como lo conocemos.

La respuesta de los fotorreceptores al estímulo luminoso es el evento clave que hace posible el fenómeno de la visión. Las neuronas de la retina interna, como por ejemplo las células ganglionares, son capaces de propagar el impulso nervioso generado por los fotorreceptores pero no de producirlo de forma autónoma, por lo que el fenómeno de la visión sólo puede tener lugar si los fotorreceptores están presentes, intactos y funcionando correctamente. La pérdida física o funcional de los fotorreceptores puede atribuirse a diversas causas, como traumatismos, desprendimiento de retina, patología retiniana degenerativa.


Entre las enfermedades degenerativas de la retina no podemos dejar de incluir la degeneración macular asociada a la edad (AMD o AMD, del inglés Age-related Macular Degeneration), que por sí sola ha generado millones de casos de baja visión y ceguera legal, convirtiéndose en la principal causa de pérdida de visión central en la población anciana del mundo industrializado. La creciente necesidad de una respuesta terapéutica ha llevado a una fuerte aceleración de la investigación en el campo oftalmológico y, en lo posible, al diseño de nuevas estrategias terapéuticas encaminadas a hacer reversible la ceguera adquirida. La optofarmacología es sin duda una de las estrategias terapéuticas más innovadoras y dignas de atención, que implica el uso de moléculas capaces de hacer fotosensibles las células ganglionares de la retina interna. Estas moléculas, llamadas fotointerruptores, tienen una estructura molecular capaz de absorber la energía de la luz y pasar de una conformación de baja energía a una conformación de alta energía; la transición entre las dos conformaciones moleculares determina la activación o desactivación de canales iónicos específicos presentes en la membrana plasmática de las células ganglionares y consecuentemente el desencadenamiento, por parte de estas células, de un potencial de acción que se traduce en un estímulo nervioso que se propaga, de manera similar a lo que ocurre en presencia de fotorreceptores, hacia el nervio óptico y luego hasta el cerebro.

En resumen, la optofarmacología hace que las células que no son naturalmente fotosensibles permitan restaurar el fenómeno de la visión que falta cuando los fotorreceptores sufren una degeneración.

Hay varios tipos de fotointerruptores, cada uno de los cuales funciona en rangos de longitud de onda específicos, y los investigadores pretenden crear otros nuevos que respondan a longitudes de onda e intensidades de luz que sean lo más compatibles posible con la salud ocular de los pacientes.

La optofarmacología prevé la administración de fotointerruptores directamente en el ojo mediante inyección intravítrea. La investigación preclínica ya ha arrojado resultados alentadores en varios modelos animales experimentales. La aplicación en el hombre aún presenta algunos problemas críticos relacionados con la limitada eficacia en el tiempo y la estrechez de los campos de acción de los fotointerruptores en términos de longitudes de onda, pero los buenos resultados obtenidos hasta el momento y el compromiso puesto en juego por excelentes grupos de investigación del sector es un buen augurio de que la nueva tecnología entrará en fase de ensayo clínico en humanos lo antes posible y pronto representará otra arma concreta en la lucha contra la ceguera.

Comente

Rellena el siguiente formulario y serás contactado en el momento y en la forma que prefieras.
Mi equipo y yo los guiaremos en el eventual camino a seguir juntos.

Contacta al profesor